LOS CÓDIGOS QR, UN AVANCE EN LA PANDEMIA

En el último año, sobre todo a raíz de la pandemia provocada por el coronavirus, la aparición y difusión en nuestras vidas de los códigos QR ha sido enorme. Aunque pueda parecer es un invento reciente, se trata de una herramienta que apareció hace casi treinta años, en 1994.

Hasta antes de la pandemia, el uso de los códigos QR estaba visto como algo novedoso y su uso era, especialmente, para mostrar novedades relacionadas con la tecnología o campañas innovadoras. Sin embargo, las restricciones provocadas por la pandemia y la necesidad de digitalizar procesos con el fin de evitar o disminuir el contacto físico hicieron que los códigos QR cogieran un alto grado de protagonismo.

De pronto, los códigos QR adquirieron una gran importancia en distintos aspectos de nuestra rutina cotidiana: desde escanear las cartas de bares y restaurantes, a poder pedir citas médicas o confirmarlas a través de ellos, gestión de entradas para eventos… Incluso se han utilizado para controlar a pacientes de Covid o posibles infectados, así como gente en cuarentena.

Por eso, la pregunta siguiente es: ¿han venido los códigos QR para quedarse definitivamente? No podemos responder con certeza total a eso, pero todo parece indicar que sí. Y, por eso, queremos ver los puntos positivos (y también los negativos) que tiene esta tecnología.

Para empezar, el uso de códigos QR simplifican muchos procesos actuales. Desde cosas tan sencillas como no tener que esperar a que el camarero nos traiga la carta con el menú de un restaurante (pues podemos escanearla desde el código que suele haber ya en las mesas) a evitar tener que ir presencialmente al centro de salud a pedir cita para una consulta. Los códigos QR nos permiten ahorrar tiempo y, también, ir directos a la información que estamos buscando. Un simple escaneo nos lleva ya a una url definitiva, sin tener que buscar a través de Google o escribir la dirección en el navegador.

Sin embargo, tienen también un aspecto negativo. Y es que el acceso libre y sin control por parte de mucha gente a este tipo de códigos sin saber qué fin o a dónde reenvían puede suponer un problema. Los códigos QR pueden ser un hábitat perfecto para hackers y demás ciberdelincuentes, que pueden usarlos como plataformas para obtener los accesos de otras personas y realizar delitos como phishing o robos de datos. Por eso, antes de escanear un QR tenemos que saber quién genera ese QR y qué fin tiene.

Sin duda, los pros son mayores que los contras. Pero, parece claro que los códigos QR han llegado para quedarse y agilizar procesos de nuestro día a día.